Si hablamos sobre desarrollo infantil es inevitable no referirse a Emmi Pikler, su vida es de por sí es digna de admiración. Pikler nació en 1902 en Viena, Austria, una época en la que muy pocas mujeres podían llegar a tener estudios superiores, ella fue pediatra de formación. A los 44 años y durante 33 años dirigió un orfanato ubicado en la calle Lóczy de Budapest donde tuvo la oportunidad de profundizar en sus descubrimientos, verificarlos y enriquecerlos con la colaboración de las personas que se ocupaban de los niños junto a ella.
En el blog de Escuela Bitácoras le realizan un pequeño homenaje a Pikler con seis de sus frases que reproducimos en este artículo.
- Acompañar antes que enseñar
Intentar enseñar a un niño algo que puede aprender por sí mismo no sólo es inútil, sino también perjudicial.
En ocasiones, las cualidades de los niños nos deslumbran hasta tal punto que caemos en la tentación de pretender ‘acelerar’ sus procesos de aprendizaje. Emmi Pikler nos enseñó a permitirles descubrir su propio camino. No sólo hay enseñanzas al final del trayecto: el viaje en sí mismo es rico y valioso.
- Reflexiones a partir de la alimentación
Si un bebé gira la cabeza cuando le ofreces otra cucharada de verdura, te está diciendo claramente: “no quiero más”. Entonces, ¿por qué tú, adulto sensato, quieres darle otra cucharada, diciendo “una más por mamá” o “abre el túnel, que viene el tren”? Al hacer esto envías un mensaje a tu bebé: “sé que estás transmitiéndome un mensaje, pero lo estoy ignorando”. Los niños devuelven a sus padres lo que reciben de ellos. Imagina dónde acabará todo esto cuando pasen unos cuantos años…
- Jugar es descubrir el mundo
En el niño, incluso en el bebé, hay por naturaleza un inagotable y creciente interés en el mundo y en sí mismo. No es necesario ‘entretener’ a un bebé. Puede jugar durante horas, días e incluso meses con los objetos que consiga.
En el juego libre de los niños no hay tiempo perdido. Jugar es su manera de descubrir su entorno, sus emociones y la realidad en la que viven. El juego no es sólo una cosa de niños, pero las prisas sí suelen ser únicamente cosa de los adultos.
- La maravilla del movimiento libre
Si les damos a los niños el espacio y las posibilidades necesarias para moverse en libertad, lo harán con tanta belleza y gracia como animales: con agilidad, sencillez, confianza y naturalidad.
La pedagogía Pikler no deja todo en manos de los pequeños. El adulto también tiene un papel decisivo en su desarrollo. Una de sus funciones más importantes es la de preparar un espacio seguro y atractivo para el movimiento libre. Si lo hacemos de la manera adecuada, sólo nos quedará acompañarles y disfrutar con sus progresos.
- Moverse es crecer
Un niño se inclina, se estira, hace pequeños movimientos como una oruga, lentos y graduales. Es una de las etapas más importantes en su desarrollo motor. Dura varios meses. Durante ese tiempo desaparece la asimetría del tronco con la que nace el niño. A través de estos movimientos naturales, la columna se endereza y el tronco se vuelve elástico, flexible y musculoso. No puedo decir cuán importante es esta etapa de desarrollo.
- Observa, deja que aprenda… y aprende
Nunca tomaremos el control de los juegos de un niño, ni esperaremos que juegue de la manera que imaginamos que debería. Observamos si quiere jugar y, si lo hace, cómo quiere jugar. ¿Qué puede hacer el niño con el juguete y qué quiere hacer con él? Cada niño puede jugar de una forma distinta con el mismo juguete. A veces las diferencias son pequeñas, pero esenciales. Lo fundamental es que el niño descubra por sí mismo todo lo que pueda. Permitiremos que experimente de manera individual y de acuerdo con su desarrollo. No le apremiaremos. No le alentaremos a hacer cosas para las que no esté preparado. No alabaremos sus éxitos de forma exagerada.